Está de moda estar en internet. Tener una web es lo último, de hecho, es tener la web y empezar a vender. Esta es una de las frases que podemos encontrar en muchos comercios. Puede que esto fuera cierto al inicio de la web, pero ahora tenemos exceso de información, y para vender hay que hacer las cosas bien.
Pero hay empresas que aún no lo han entendido. Qué deciden lanzarse con una web lo más barata posible dónde el diseño no prima, ni tan solo el contenido lo hace. A esto es a lo que llamo webs basura. Las llamo así porque nunca conseguirán su objetivo, simplemente están ahí, perdidas en la nube.
Si el objetivo de una web es que más personas utilicen mis servicios, ¿Cómo van a confiar en mi si el diseño es horrible y anticuado? ¿Cómo se van a fiar de una empresa que no cuida ni sus propios detalles? Porque al final la diferencia es simplemente esta: la presentación.
Una web es como una primera cita: todo tiene que estar impecable para continuar conociéndose y qué una relación aparezca. Si una web de una empresa no es adecuada, la magia se rompe y nunca se entablará una relación comercial, NUNCA.
A no ser que el cliente venga recomendado. Pero entonces, ¿para qué ensuciar el nombre de la empresa haciendo una web para salir del paso? Para eso, que los clientes continúen viniendo por el boca a boca y no por un escaparate al cuál no prestamos atención.
Un escaparate, sí, la web es tan solo eso. Es una puerta que nunca se abrirá si nadie pasa por delante. nadie entrará a tu web si esta no está cuidada y bien posicionada. Así que olvidémonos de eso de que con estar en Internet es suficiente, sea de la manera que sea. Si quieres que la gente pase por tu escaparate busca mejorar tu SEO, busca tu público en las redes sociales y cuida cada detalle de tu perfil en la red. Sino, deja que tu página caiga en el olvido entre las millones que hay en la red. Porque para estar mal, mejor no estar en la red.