En todas partes se habla de cómo la tecnología ha avanzado y cada vez existen más dispositivos de todas las disciplinas que resultan casi de ciencia ficción. Se sabe que la misma va a un ritmo tan acelerado que el ciclo de “vida tecnológica” de un equipo de última generación es de menos de tres años, dependiendo del mercado, y que las empresas proyectan lo que será la tecnología en diez o veinte años desde ahora, pero, si en este momento te preguntaras qué es la tecnología, ¿tendrías una idea clara de lo que es?, ¿es un objeto?, ¿es una técnica?, ¿qué tanto abarca? La repuesta puede sorprenderte.
La tecnología no es más que el conjunto de técnicas y conocimientos que el hombre posee para crear “herramientas” que facilitan sus labores. Ha estado presente desde la aparición del hombre hasta nuestros días: la rueda, el descubrimiento del fuego, herramientas rudimentarias como lanzas, hojas de pedernal, arcos para flechas, cestas, redes para pesca, el estudio de los cuerpos celestes, y la organización militar… ¡y esto fue sólo la antigüedad! Todos estos ejemplos son expresión de la respuesta a las diversas necesidades que ha tenido la humanidad a lo largo del tiempo.
La tecnología es el resultado de la suma de todo el conocimiento humano en su deseo de dar solución a todos los problemas que enfrenta, así como el conjunto de procesos, actividades y resultados (favorables o no) que permiten hacerlo. Su objetivo es ayudar al hombre a tener una mejor calidad de vida, a optimizar el uso del tiempo y los demás recursos con que contamos y más recientemente, a permitirnos estar más cerca de los demás y compartir conocimiento, información. Sin tecnología, no existiría la humanidad, tal y como la conocemos.
El avance tecnológico ha sido posible gracias al desarrollo de las economías de los países y sus empresas, y las constantes inversiones en investigación y desarrollo (i+d) que han permitido desarrollar esos dispositivos que tanto nos cautivan. Aquí entra una variable importantísima: quién lo hizo primero.
La innovación tiene que ver con la creación de un producto o servicio que satisface una necesidad no atendida -o atendida de forma insuficiente- en el mercado. Implica la creación de nuevos mercados o el desarrollo de los ya existentes y tiene consecuencias directas para quien lo crea, sea una persona o una empresa. La innovación resulta en un “invento”, y tiene o puede tener valor para determinado público, que pagará un precio por éste. La innovación es el corazón de la mayoría de las empresas, y es a través de éstas que la tecnología –y por ende, la humanidad- progresa.
La innovación exige que las empresas propongan soluciones que exceden las expectativas de los consumidores frente a la satisfacción de una necesidad concreta, más cuando existen alternativas funcionales en el mercado. Un ejemplo puede ser el giro que buscan darle a uno de los objetos más innovadores del siglo XX, el televisor. Pasamos de tener un aparato sencillo, CRT, con sonido envolvente, unidireccional, a televisores inteligentes, LED, Full HD, 4K, 5K, curvos, con posibilidad de conexión a Internet, videollamadas, interacciones en redes sociales, entre otras prestaciones. No obstante, aún la TV sigue cumpliendo su función esencial.
No siempre quien llega primero es quien lo hace mejor, y para mi esta es una de las mayores virtudes que tiene la innovación. Bajo esta óptica, no sólo es innovador quien llega primero, sino quien mejor lo hace. Esto necesariamente incita a las empresas a ser mejores, destinar más y mejores recursos y crear los mejores productos todo el tiempo. Esto se traduce en beneficios para nosotros, los consumidores.
La próxima vez que le des al apagador y veas cómo una bombilla ilumina tu sala, haz una breve pausa y piensa en todo lo que se ha avanzado para que un hecho tan complejo y revolucionario como tener electricidad en casa sea tan simple a la vez.