Educación y Tecnología (II): Modalidades.

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La Educación y la Tecnología van de la mano, pues cada vez son más las posibilidades que estas ofrecen a la gente. Hablamos en la entrega anterior de cómo la Educación está siendo transformada por los avances tecnológicos de estos días. En esta oportunidad conversaremos un poco sobre los elementos principales de esto, y cómo han evolucionado conforme pasa el tiempo.

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La Educación a Distancia: Veo clases desde el sofá.

Esto no es necesariamente un concepto nuevo. Han existido academias que ofrecían formación vía correo tradicional, exámenes incluidos. Ciertamente, esto era empleado para oficios más que para profesiones. Existía la “desventaja del tiempo excesivo” entre recibir y enviar información, y el acompañamiento de un docente era muy remoto, quizás por teléfono. Con el auge de Internet, los contenidos multimedia y las redes sociales esto ahora es cosa del pasado.

En la actualidad existen muchos recursos destinados a la formación online, así como muchas herramientas que lo permiten. Con las nuevas generaciones esto será cada vez más usual. Cada quien desde un dispositivo inteligente podrá seguir una sesión de clases sobre cualquier asunto, hacer preguntas al instructor, interactuar con sus “compañeros de salón” y realizar tanto las asignaciones como las evaluaciones propias del curso. Todo esto sin salir de casa o la oficina, y por un costo relativamente inferior al de una modalidad presencial. Como se puede apreciar, el objetivo se cumple. En la actualidad, las principales casas de estudio del mundo están ofreciendo esta posibilidad. Al fin y al cabo, la Educación es un servicio como cualquier otro, por lo que deberían haber más y mejores opciones para satisfacer la demanda de este sector.

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Claramente hay desventajas, y una de ellas tiene que ver con la vida estudiantil. Se entiende que la educación online como la concebimos tiene como propósito la obtención de conocimiento técnico o profesional a bajo costo y horario y lugar flexibles, pero, ¿qué hay del compartir con los compañeros de clase, la vida universitaria o el encanto de haber estado en lugares emblemáticos de nuestra Alma Mater?, ¿cómo se sustituye –o emula- una experiencia así? ¿Será acaso que las redes sociales llenan ese vacío? ¿Grupos en Whatsapp o Telegram serán suficientes? Es una buena interrogante.

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Otra desventaja tiene que ver con los destinatarios. Usualmente son personas con experiencia frente al computador, usuarios habituales de las redes sociales digitales, y que tienen al menos una cuenta de correo electrónico. Esto podría ser una barrera para aquellas personas que, por una u otra razón no tienen contacto con computadores o dispositivos inteligentes. No obstante, esto es algo que nosotros como nativos o migrantes digitales podemos ayudar a superar.

Autoformación: Yo soy mi propio tutor.

Esta es una idea tan vieja como el hombre mismo. Ha existido desde siempre, bien por la necesidad de aprender sobre algo por simple curiosidad, para resolver algún problema puntual o por un propósito económico o social. Con el auge de información existente en la red es casi imposible no aprender algo debido a las múltiples opciones y cantidades de recursos para hacerlo. Existen infinidad de páginas dedicadas a ofrecer contenidos para la formación en casi cualquier área de conocimiento, así como software de diversa índole para asistirnos en la ardua tarea de aprender.

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También, como en la red el conocimiento es colaborativo, existen redes sociales digitales para compartir información, obtener/dar tutorías y ayudar en la transmisión del conocimiento sin la formalidad de un proceso académico. De esto surgen los Cursos Abiertos Masivos Online –MOOC por sus siglas en Inglés, los cuales ofrecen contenidos con un mínimo régimen de rigurosidad. Son una experiencia popular y accesible, con una mínima intervención de instructores y con la posibilidad de obtener certificados que pueden validarse como créditos en un sistema regular de formación.

La única desventaja – o más bien, el desafío- que esto tiene es que exige de nosotros organización y constancia para cumplir con las asignaciones previstas. A veces disponemos de nuestro tiempo y recursos de forma que terminamos postergando aquello que podemos hacer “en cualquier otro momento”, afectando el rendimiento de la experiencia formativa. Se requiere mucha determinación y disciplina para lograrlo.

Todos estos procesos se valen de recursos creados para tales fines, como indicamos al inicio de este post. En la entrega final de este artículo conversaremos un poco sobre ellos.

Sobre el autor

Alberto J. Belloso

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