El Internet de las Cosas (II)

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En la entrega anterior hicimos una aproximación a este concepto y sus alcances en nuestra vida diaria. En esta segunda parte conoceremos un poco más en detalle el aspecto tecnológico que comporta, así como sus alcances en una manera muy simple y accesible para todos.

Lo primero a señalar es que, a fin de interactuar con cualquier elemento, cada objeto debe estar identificado de forma única, haciéndolo distinto de cualquier otro objeto igual o similar de su universo (un poco como el IMEI de cada teléfono). Esa identidad se asocia con sus características concretas, ubicación, estados, fechas, períodos, y cualquier otro atributo del objeto en cuestión dentro de un sistema.

El concepto de la identidad única de un producto ya existía con la implementación de códigos de barras en los mismos, sólo que éstos no permiten almacenar mucha información y la interacción con los mismos pasa por la lectura de su código a través de un escáner que es usualmente operado por un humano, de modo que este concepto de autonomía o interactividad “remota” no estaba presente.

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Los códigos de barras han sido los «ancestros» en la identificación de los objetos

El segundo elemento y el más importante es la interacción (Device to Device) o Comunicación entre Dispositivos, que amplía un poco los horizontes del tradicional M2M (Machine to Machine); es un entorno en el cual dos máquinas interactúan de manera remota, es decir, sin participación humana, y son capaces de realizar actividades que en otras épocas implicaban cantidades de horas/hombre y demás insumos para ejecutarlas.

Pongamos como ejemplo la compra de un producto de limpieza en una tienda. El mismo cuenta con una etiqueta RFID que lo identifica de forma única en el inventario del establecimiento. Dicho producto será desincorporado de los inventarios al momento de la compra cuando pase por el lector de la caja, o enviará una señal al sensor ubicado en el acceso a la tienda en caso de no haberse pasado por éste (sí, ese que activa una alarma muy sonora y te miran como si hubieras robado todo el establecimiento). Cuando este producto sea desincorporado del inventario de la tienda, será repuesto automáticamente a partir de una “orden” generada en un sistema comunicado por Internet al almacén o centro de distribución del establecimiento, generando a su vez una orden automática para armar un lote de productos que necesite la tienda sin que un ser humano haya tenido que realizar una labor posterior de chequeo y solicitud de reposición del inventario faltante.

Esta es quizás, la forma más sencilla de darle uso a esta tecnología, pero ha supuesto una mejora considerable en la gestión de inventarios de muchas empresas a lo largo y ancho del planeta. Su aplicabilidad es casi infinita.

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¿Reconoces esta etiqueta?

En la actualidad existen desarrollos de este tipo de dispositivos y de aplicaciones muy prometedoras que nos ayudarán a tener más y mejores servicios. Justamente, en Rincón de la tecnología ya comentamos como un Hogar Inteligente puede ser controlado desde tu smartphone. No dejen de leerlo.

El Internet de las cosas es el próximo paso, de eso no cabe duda. No obstante, las cosas no son todas blancas o negras, hay matices. El control casi absoluto de las existencias de mercancía, así como los procesos de distribución y transmisión de los datos obtenidos a través de este medio supone un avance impresionante en la forma en que operan los mercados y la vida de la gente, y pueden significar una solución real a gran parte de los problemas que enfrenta la humanidad -imagina esto en el campo de los fármacos o alimentos- pero también genera importantes cuestionamientos éticos y morales sobre los límites que la Internet debiera tener en nuestras vidas, y el uso que le dan a la información que se obtiene de estos dispositivos. De eso hablaremos en la última parte de esta entrada.

Sobre el autor

Alberto J. Belloso

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