Smart City ¿Cómo va a ser la sociedad del futuro?

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Seguro que todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas nos hemos parado a pensar ¿cómo serán las ciudades del futuro? ¿viviremos en una «smart city» o algo así?

Algunos se imaginarán a gente volando por tubos, como en el hipermercado o en Futurama. Otros imaginarán coches voladores y robots por todas partes. Puede que incluso algunos piensen en transhumanismo, en cyborgs (seres humanos con partes mecánicas y electrónicas en proporción variable) o en híbridos humanos con genes procedentes de otras especies. O en parques temáticos al estilo de Jurassic Park. Tal vez los mas optimistas se imaginen un mundo perfecto, donde no existe la desigualdad, donde la naturaleza y la tecnología conviven sin percance e incluso de manera simbiótica y donde el ser humano vive dedicado al arte, a la ciencia y al esparcimiento.

Sea como sea, lo cierto es que podemos prever cómo será la sociedad del futuro con cierta seguridad. Al menos en un plazo relativamente corto de tiempo. Tan sólo debemos observar las tendencias, ver cómo progresa la sociedad humana y determinar hacia dónde en cada área. Una de estas tendencias es la de las «Smart Cities», que en español llamaríamos ‘ciudades inteligentes‘. Y viene pisando fuerte desde hace un tiempo, ganando cada vez mas adeptos y alargando la lista de ciudades que actualmente se consideran como tal.

 

¿Qué es una Smart City?

Como ya hemos dicho, una Smart City no es mas que una ciudad inteligente. Este concepto de ciudad inteligente pretende diversos fines mediante la integración de las TIC y de la tecnología moderna en general en la vida cotidiana de las ciudades.

Cosas como la supervisión del trasporte público, la gestión administrativa y económica (medios de pago modernos), el control de semáforos o de cámaras y la recogida, almacenamiento y puesta a disposición de datos públicos (afluencias, tráfico, temperatura, niveles de contaminación, horarios de transportes y servicios…) forman parte de la idea de lo que una Smart City debiera ser. Muchas ciudades españolas y de otras partes del planeta ya aplican uno o varios de estos elementos desde hace tiempo. Ejemplos notables de Smart City podrían ser Tokyo, Londres o Nueva York.

Son cuatro los pilares del concepto de Smart City:

  • Gestión energética y medio ambiente
  • Gestión administrativa e intercambio fluido de información entre los distintos actores sociales
  • Optimización del uso de recursos y servicios
  • Integración de las TIC y de las Nuevas Tecnologías e instrucción de la ciudadanía

 

¿Para qué nos valen las Smart Cities?

El hecho de que nuestras ciudades sean «inteligentes» puede traernos multitud de beneficios y ya lo hace actualmente. Yéndonos a lo cotidiano: podemos ver cómo el despliegue masivo de medios de pago mediante tecnología NFC en el transporte público nos hace la vida un poco mas sencilla; ahorrándonos unos segundos a los usuarios, ahorrando a los conductores algún minuto por cada parada y agilizando el servicio. Además, esto conlleva colateralmente a que alguna línea pueda llegar a tener tiempo de hacer otra ronda. Mejora el servicio.

Uno de los beneficios potenciales con gran impacto de la ciudad inteligente puede radicar en el ahorro energético. En Amsterdam, por ejemplo, pusieron en marcha un proyecto de alumbrado público inteligente. Equiparon las farolas con bombillas de bajo consumo e implantaron un sistema que les permite regular en función de la necesidad la potencia lumínica e incluso cambiar el color. Si puedes bajar la intensidad lumínica según las condiciones externas (como en una noche clara de luna llena, por ejemplo), puedes ahorrar bastante energía.

Como vemos, no se trata simplemente de llenar las ciudades con pantallas informativas por todas partes o de dar wifi público.

Otra de las implicaciones del concepto de Smart City que ya hemos mencionado antes y que también se está poniendo en práctica es el de la recogida de información. Implantando diversos sensores y cámaras en distintas partes de la ciudad, podemos recoger información en tiempo real de todo tipo. Información climática, sobre el tráfico, sobre los niveles de contaminación, sobre el funcionamiento del alcantarillado; sobre aglomeraciones, accidentes o catástrofes en los que cada minuto es vital… Podemos conocer la localización exacta de cada autobús público en tiempo real, saber si hay plazas en determinado aparcamiento, si alguna calle está cortada…

 

Sociedad y ciudad futura

Observamos que hay una clara tendencia al alza en determinados apartados. Cada vez mas ciudades controlan los parámetros que pueden causar cualquier tipo de impacto. Teniendo esto en cuenta, podríamos imaginar, por ejemplo, toldos o sombrillas retráctiles en plazas o parques que se desplegasen según el clima. O depuradores de aire que se activasen en cuanto se alcanzasen determinados niveles de contaminación, si es que esto no se ha puesto ya en marcha en algún sitio. Podríamos imaginar sistemas automáticos de extinción de incendios que se activasen en cuanto los sensores les diesen la orden. E incluso pantallas informativas holográficas en varios idiomas en lugar de los típicos puestos de turismo.

Otra tendencia cada vez mas extendida es la del pedido de comida o de diversos productos a domicilio. El hecho de pedir, por ejemplo, una pizza a domicilio desde el smartphone -a la par que se ejercita el dedo índice- ha sustituido a la llamada de rigor. Y los tan populares drones están a un paso de sustituir al repartidor; Amazon quiere empezar a repartir con drones mediante su servicio Prime Air. Podemos imaginar un futuro en el que el tráfico aéreo de drones, que repartan desde comida hasta correo, sea cotidiano y en el que la imagen de un cielo cubierto de drones sea pan nuestro de cada día.

 

Las posibilidades son enormes…

Como en el ejemplo del pago del transporte público mediante NFC que poníamos anteriormente, este medio también está experimentando una gran difusión. Ya existen incluso máquinas expendedoras en las que se puede pagar con esta tecnología. Dado este crecimiento debido a su comodidad y sabiendo que se pueden implementar métodos biométricos de seguridad que protejan los pagos mediante NFC (como con un smartphone con lector de huellas); podríamos imaginar un futuro en el que ya no existiese dinero en metálico. Y siendo atrevidos, en el que todo el mundo llevase una pulsera-monedero que solo funcionase cuando la porta su dueño. Que a lo mejor diese incluso la hora, sustituyendo al reloj. El banco Santander ya ofrece a sus clientes pulsera prepago contactless. Pero no tan puntera como la que proponemos nosotros.

¿Y cómo olvidarnos del coche eléctrico? Lo que hace no tantos años se daba por imposible hoy es usado por cada vez mas personas. Es mucha la gente que se ha decantado ya por un coche eléctrico; incluso se pueden encontrar vlogs en Youtube que muestran la experiencia personal del bloguero con el coche eléctrico. Además, cada vez hay mas puntos de carga, respondiendo a la demanda.

Remitiéndonos de nuevo a la recogida de datos en tiempo real de la Smart City, podríamos suponer que el coche del futuro será eléctrico, autónomo y se comunicará en todo momento con el resto de coches y con la ciudad.

En realidad podríamos invertir una eternidad en pensar cómo será el futuro. Pero la actualidad ya nos da bastantes pistas de por dónde irán los tiros, como se suele decir. De cualquier manera, el mañana se antoja prometedor, aun con sus sombras. Y sin lugar a dudas nos ha tocado vivir un momento histórico de transición, en múltiples aspectos.

La Smart City ha venido para quedarse y es un peldaño mas a subir de la escalera que representa al progreso tecnológico ¿subes tú también?

Sobre el autor

Jonatan Lobeto

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